Todo comienza en una reunión realizada en el Restaurante Las Castañuelas en Las Mercedes, En Caracas, allí nos encontrábamos todos los miércoles en la noche, los miembros del Club de caza, Tiro y pesca “LosTigres”, uno de mis más viejos amigos, Uta Zamora Rodriguez, había contactado a un conocido , quien también era piloto
privado y tenia su avioneta en el Aeropuerto de San Juan de los Morros, en un Aeroclub recién fundado y como todo aficionado a la pesca deportiva, deseaba ir con nosotros a un viaje hacia el extremo sur de Venezuela mas específicamente al río Ventuari , sitio al cual ya habíamos ido en varias oportunidades.
La fecha fijada para partir era el 3 de Enero de 1.992, fecha en que nos reunimos en el Aeropuerto Metropolitano en Ocumare del Tuy, casa de habitación del “YV 487 P”, avioneta Cesna 182 Propiedad de los hermanos Zamora y quien sería el encargado de llevarnos a nuestro destino Inicial el cual era el Aeropuerto de Puerto Ayacucho en el Territorio Federal Amazonas, punto De encuentro con el otro avión que simultáneamente partiría desde San Juan de Los Morros a Bordo del que vendrían Jorge Campielo y Pedro su compañero de pesca. En el 487-P , acordamos ir Uta Zamora, Efrain Godoy y yo Manuel Urbina, ya que nuestra avioneta es solo de 4 puestos
Y además tendríamos que llevar nuestros equipajes comida y hielo suficiente para cuatro días. Partimos luego de hacer la Lista de chequeo de nuestra aeronave, con relativo buen tiempo desde Los Valles del Tuy y luego de ascender por el callejón de San Casimiro , sobrevolamos la Bella represa de Camatagua en la que también se pescan los bellos pavones motivos de éste viaje. Desde los seis mil piés de altura a que habíamos llegado para poder sobrevolar la cordillera sur Teníamos a la vista por el oeste la laguna de Valencia, Los Morros de San Juan, la represa de El Pao y el Platillón que es el pico de mas altura en esa cordillera al su r de los valles de Aragua.
Por el Este la imponente cordillera donde se encuentra el Parque nacional Guatopo y que continúa hacia el Este hacia Altagracia de Orituco y Guanape y hacia el inmenso sur ante nuestros ojos se despliega con toda su inmensidad los Llanos venezolanos , que comenzando en las laderas sur de ésta cordillera Central, bajan con muy poca pendiente a rendirle tributo al Río Orinoco y al sur de éste el Macizo Guayanés , el cual íbamos a bordear por su lado occidental.
A muchos compañeros el volar sobre los llanos les parece un poco tedioso , ya que desde esos dos kilómetros de altura es poco lo que se puede detallar, salvo la carretera que va de norte a sur, pasando por Camatagua, El Sombrero, Calabozo y mas al Sur, San Fernando de Apure., Sin embargo para nuestro nuevo compañero, el gordo Godoy, ésto no fue así, ya que desde que se montó en el avión
comenzó a filmar en una cámara de video recién comprada, todo los detalles del paisaje , que con un tiempo tan bueno como el que estabamos disfrutando , podía dominar unas setenta millas a nuestro alrededor, al pasar sobre el pueblo de El Sombrero captó la pista y las instalaciones de Bamari , que es la base aérea más céntrica del país (Base aérea Manuel Ríos) ,también llamada Carrizales en la cual estuvimos haciendo entrenamiento de búsqueda y rescate el año anterior , después filmó la enorme represa del Guárico la que dejamos a nuestra derecha camino a San Fernando de Apure y a la que llegaríamos en aproximadamente cuarenticinco minutos después cruzando sobre el río Apure que viene bajando desde sus cabeceras en Colombia por el Oeste hacia el Este , para ir después a verter sus aguas al majestuoso Orinoco mas abajo de el Pueblo de La Urbana , en el sitio denominado Boca de Apure.
Proseguimos nuestro vuelo al sur y después de cruzar los ríos; Apurito viejo, río Arauca, que en invierno inunda toda ésa zona llamada el cajón del Arauca , río Cunavichito, río Cunaviche, río Capanaparo, caño La Pica ; llegámos al río Cinaruco, en el cual tenemos un campamento con todos sus equipos para ir a pescar a plenitud.
De seguidas nos encontramos al río Meta el cual es frontera con Colombia llegando en unos quince minutos al río Orinoco que también es frontera con el vecino país, desde Puerto Paéz , remontándolo hasta la capital de el Territorio Federal Amazonas, cual es Puerto Ayacucho, nuestro primer toque técnico y punto de encuentro con el otro avión el cual ya había aterrizado una hora antes, a solicitud de el gordo Godoy sobrevolamos los raudales de Atures y Maipures que se encuentran al norte de la ciudad y que presentan una vista aérea espectacular desde la altura en que nos encontrábamos , después de un brinco espectacular (quise decir aterrizaje) , que nos brindó nuestro capitán , arribamos a la bomba de gasolina en la que nos reabastecimos para seguir vuelo al sur , hacia Santa Bárbara del Orinoco.
Por intermedio de Jorge y Pedro , nos enteramos que el tiempo hacia el sur se veía malo , pues la nubosidad había aumentado y en esa zona la lluvia es muy intensa y hace peligroso el volar por lo desconocido de la zona y los pocos recursos de radioayudas con que se dispone.
Es de hacer notar que nuestro capitán desde que salimos de los valles del tuy , se venía comportando como muchacho con juguete nuevo, pues le habían instalado un equipo de navegación al avión llamado G.P.S. por sus siglas en inglés (Global Position Sistem) que es como un pequeño radio reproductor de carros, pero que le indica al piloto , su posición , velocidad, altura de vuelo sobre el nivel del mar y por si fuese poco el tiempo que le falta para llegar al destino y a una milla de distancia le avisa con una alarma la proximidad de éste. Solo que en nuestro caso, todo funcionó bien hasta el Cinaruco, terrenos conocidos por la cantidad de vuelos que hemos realizado, pero de allí en adelante, no dio mas referencia hasta que llegamos a Puerto Ayacucho cuando sonó la alarma.
Bueno la decepción es grande cuando uno tiene que cambiar los planes pero el mal tiempo arreció y tuvimos que ir a buscar un taxi para que nos llevara a la ciudad, para pasar la noche en un hotel y
continuar el viaje al día siguiente.
Puerto Ayacucho es todavía un pueblo, grande si, pero la ausencia de edificios y grandes construcciones, nos da una imagen imborrable por su verdor y rocas redondas inmensas de color oscuro que denotan su antigüedad allí pudimos ver una prueba notable de la ´ curiosidad humana y la parte artistica al construir su hogar sobre una roca gigantesca que se encuentra camino a Samariapo , aquello es espectacular ya que parece un nido y por supuesto es motivo de orgullo para todos los habitantes de la zona , así como también lo es el famoso Tobogán de la selva , que es un parque en medio de una montaña impresionante por su verdor y por las enormes lajas de piedra entre las que se desliza una quebrada con sus aguas frías y cristalinas formando una especie de tobogán por el que uno se va resbalando con el empuje del agua y cae en un pozo que se forma abajo, es un recorrido de unos ochenta metros y por supuesto la velocidad que se desarrolla en la caída es muy grande por lo que hay que hacerlo con los pantalones puestos , ya que de no hacerlo el chance de llegar con las nalgas cortadas es muy grande , pero con todo la diversión es mucha y el riesgo de las escoriaciones la hace todavía mejor , en los alrededores hay muchas churuatas con techos de la palma moriche y parrilleras para preparar la carne a la brasa que tanto gusta a los venezolanos.
Y Ya de mañana muy temprano nos despertamos para continuar el viaje y el taxista que nos trajo al Hotel ya estaba esperándonos para llevarnos al aeropuerto, en el que aprovechamos para comprar el aceite de Seje , que es un estracto de los frutos de una palmera , de la zona y se ha hecho famoso como medicina efectiva en el tratamiento de las enfermedades pulmonares , tales como el asma y la bronquitis.
Después de reabastecernos con el combustible despegamos rumbo al sur , sobre un colchón de enormes arboles en una zona que es virgen y que aún siendo piloto da miedo sobrevolarla pues uno no deja de pensar en lo difícil que sería un rescate allí. A nuestra derecha y paralelo a él divisamos a lo lejos el río Orinoco y la desembocadura de el Guaviare que viene de Colombia y descarga su caudal frente a la población de San Fernando de Atabapo, que se encuentra en la margen derecha del río Atabapo , el cual hace frontera con Colombia.
Hoy el día amaneció con menos nubes que ayer sin embargo la visibilidad nos hizo temer el no ver lo mas espectacular de nuestro viaje y para lo cual Efrain tenía la cámara de video lista desde que se montó a bordo , pero Dios es grande y al llegar a la parte occidental del macizo guayanés pudimos observar a lo lejos el cerro Autana , el cual se levanta cual tepuy en medio de una inmensa sabana llena de ríos y árboles que se extiende desde la pared occidental del macizo hasta la ribera derecha del Orinoco, el paisaje ya se ha hecho famoso a nivel mundial por la cantidad de fotos que le han tomado las compañías turísticas , sin embargo nuestro camarógrafo no desperdició la oportunidad y se dio banquete cuando pasámos cerquita del túnel que se ha formado en medio de la montaña y que la atraviesa de un lado a otro , allí recordamos la película que nuestro famoso amigo Jimmy Marul nos proyectó en el Aeroclub Caracas ,en la que se le ve en su ultralijero atravesando ése túnel en el Autana y por lo que fue nominado al libro de Guinnes , es algo digno de ver y por supuesto el privilegio de hacerlo en un avión privado , desde el cual se disfruta a plenitud ésta maravilla de la naturaleza.
Proseguimos nuestro vuelo al sur , hacia Santa Bárbara del Orinoco que es nuestro próximo destino y a donde arribamos no sin antes sobrevolar el Orinoco, en la desembocadura del río Ventuari, donde su caudal es inmenso y se pueden observar las dos desembocaduras ya que el río se divide y cae al Orinoco frente a Santa Bárbara y mas arriba frente a un caserío de los indios Pemones , al que sobrevolamos para indicarle a nuestros guías que previamente habíamos contactado por intermedio de una hermana de éllos, que vive en Puerto Ayacucho. Después de hecho esto nos dirijimos río abajo y aterrizamos en la pista de arena de Santa Bárbara del Orinoco , que no es otra cosa que un caserío en el cual se encuentra un dispensario médico y una escuela para los niños indígenas de la zona , allí también funciona una estación de el Ministerio del Ambiente y las Fuerzas Armadas han establecido un contingente de soldados para proteger la zona de los mineros que ilegalmente entran desde Colombia y Brasil, navegando de noche por los ríos y estableciendo sus campamentos de minería por toda esa región que se encuentra despoblada casi en su totalidad . Después de descargar los dos aviones y llevar todo hasta la orilla del río nos pusimos a esperar las dos canoas en las realizaríamos la segunda etapa de nuestro viaje una de ellas grande que se encargaría de llevar la carga y la otra mas pequeña que es donde nos movilizaríamos mas rápido para llegar a los puntos de pesca.
Después de larga espera, decidimos mandar un mensaje con una canoa que pasaba río arriba a nuestros guías, para que nos pasaran buscando, pero al rato llegó Pedro, uno de los dos hermanos Pemones con la canoa grande y después de cargarla remontamos el Orinoco hacia el caserío en el cual estaba José con el motor accidentado, motivo de la tardanza en llegar.Por último decidimos dejar la canoa pequeña y hacer el viaje en la canoa grande solamente.
Ya a bordo navegamos Orinoco abajo hasta la desembocadura del Ventuari y allí enfilamos hacia nuestro destino final por ése día, el navegar por el Río Ventuari es una aventura muy difícil de olvidar, es un caudal de agua que a veces llega atener unos doscientos metros de ancho pero en su mayoría la profundidad es mínima, ya que hay que recordar que estamos en los últimos meses de verano y por ello hay una cantidad de piedras que salen como monolitos y semejan esculturas sobre la superficie del agua, el paisaje es de una hermosura impresionante, todo es virgen, las riberas del río tienen una cantidad de playas de arena blanquísima que invitan al baño y al descanso .
Remontando el Ventuari nos cruzamos con una falca (canoa muy grande y plana) que iba cargada de plátanos y yuca comprada a los indios en las zonas ribereñas, su destino río abajo probablemente era San Fernando de Atabapo, y casi sin darnos cuenta de repente llegó la noche, las luces del atardecer se tornaron de un rojo violaceo que son de una indescriptible belleza y nuestro guía nos indicó que tendríamos que hacer nuestro primer campamento en la ribera derecha arribando a una playa que el conocía. Así lo hicimos y después de montar las tiendas de campaña, aprovechamos de “matar la fiebre”, echando unos anzuelazos frente al campamento. No pescamos nada ya que era casi de noche y hay que recordar que los pavones duermen en las orillas de noche y solo comen de día, por lo que decidimos cenar nosotros, calentando unas caraotas que me preparó mi esposa Martha y que se han hecho famosas por su buen sabor , al igual que el chicharrón de pollo .
Después de cenar a la luz de una lampara nos reunimos a hablar un rato y estando en eso sentimos el ruido de un motor do bote que venía poco a poco remontando el río por la otra costa frente a nuestro improvisado campamento, el rato fue de cierta tensión pero inmediatamente salieron a relucir las armas que llevábamos, ya que Pedro nuestro guía nos informó que eran los mineros colombianos que viajan de noche remontado los ríos para no tener que enfrentar a las Fuerzas Armadas que los tienen “a monte”, decomisándoles las herramientas de minería y lo que hallan podido sacar en diamantes y oro. Después de pasado el susto la conversación se hizo mas pausada y decidimos echarnos a dormir en nuestras tiendas de campaña.
Todavía no había salido el sol cuando ya comenzó la actividad en el campamento, desmontamos las tiendas y después de desayunarnos con un café calientico, emprendimos de nuevo la navegación río arriba no viendo la hora de comenzar a pescar. Pasada una media hora entramos a la ”madrevieja” en la que pescamos el año pasado y que ahora estaba mas llena de agua y en mejores condiciones para la pesca. Arrimamos la canoa a una piedra y comenzamos la contienda. A mi como todo pescador viejo, me gusta hacerlo solo ya que por experiencia sé que los pavones se auyentan cuando hay mucho ruido. Me separé del grupo unos cincuenta metros y primero lancé el carrete de mano con el que pesco a fondo, con un filete de pavón pequeño sacado previamente, y después desde la misma piedra grandísima sobre la que estaba, comencé a hacer el casting , que es el sistema de pesca que consiste en lanzar la carnada artificial o señuelo con una caña pequeña y con nylon de no mas de veinte libras que es el límite que permite nuestro concurso en el Club Los Tigres . A la tercera lanzada ¡ALELUYA¡, se guindó el primer pavón y por el templón que me dio presumí que el bicho era grande, comencé a pelearlo y como el pavón seguía sacándome nylon le di mas freno al carrete y me fui caminando detrás de él hasta el recodo que forma la piedra en la entrada de la madrevieja , de repente dejó de halar y por supuesto que la mentada de progenitora no se hizo esperar , creí que se me había escapado , pero eso pasa con los pavones viejos que según dicen los llaneros se ponen “bellacos”, el muy condenado se me vino hacia mí, y cuando comencé a recoger el nylon , arrancó hacia arriba donde estaba la canoa y los compañeros de pesca, gritando le dije al indio que me trajera el bichero , pero como no sabía de que se trataba, salió Uta Zamora corriendo y se lo dio, a todas éstas el pavón se acercó a un pequeño recodo que forma la piedra y donde la profundidad se hacia menor , aproveché de seguirlo templando hacia lo seco y cuando llegó Pedro , ya el mandado estaba hecho , lo ensarté por las agallas y la satisfacción que sentí en ese momento al tomarlo en peso y ver el tamaño de mas de cinco kilos , me hizo olvidar la carrera que había pegado detrás de él.
Ya en ese momento Efrain tenía la filmadora en la mano y no perdía detalle de lo emocionante del momento, corría de un lado a otro gritándole a Uta que ya él no era su héroe juvenil , que yo era su nuevo héroe juvenil. Estas ocurrencias y las mamaderas de gallo que tuvo durante todo el viaje nos hizo reir a plenitud a todo el grupo. En ése mismo momento el viaje tan largo tuvo su justificación plena, ya que la idea era ganarle el concurso a Carlos Alvarez quién hasta ese momento había a sacado el pavón más grande en el trancurso de éste año. Después de la emoción del primer momento, Pedro salió corriendo hacia el sitio inicial donde yo estaba pescando y es que se había dado cuenta que el carrete de mano que había dejado en la piedra tenía pegado otro pez y lo sacó de inmediato, tratándose ésta vez de un bagre rayado, de unos tres kilos, animales que a ellos les gusta más que los pavones, pues éstos se enquistan con nemátodos, lo que no les sucede a los bagres.
Jorge también comenzó a sacar pavones y desde ése momento todo fue algarabía y diversión ya que cada uno trataba de que su pescado fuese el mas grande , tornándose la competencia mas interesante , después de casi una hora decidimos remontar la madrevieja y llegamos al punto en el que cerraba el paso de agua y allí estaba mejor la pesca, ya que se veía aguajes de varios peces, de inmediato comenzamos a lanzar nuestros señuelos y sacamos varios de ellos . Al rato me di cuenta, que los pavones estaban allí porque tenían reunidas una gran cantidad de sardinitas y con un anzuelo minimosca (llamado así por su pequeño tamaño) , me dediqué a sacar las preciadas pechitas que me servirían de carnada viva y que son la comida preferida de los pavones. En realidad es una gran ventaja pescar con ése tipo de carnada ya que se multiplican los stríkes y el que lo hace siempre tiene mas probabilidades de pescar que los demás. Ya cayendo la tarde decidimos ir a levantar el campamento antes de que nos cayera la noche y lo hicimos en la orilla que estaba mas abajo y que tenía unos claros en la playa especiales para acampar. Como era cerca de donde estabamos llegamos rápido y de inmediato levantamos las tiendas Igloo , para después irnos a la orilla a bañar y mientras tanto Pedro nuestro compañero Pemón , se dedicó a limpiar los pescados para después meterlos a las cavas. Es notable el servicio tan especial que prestan nuestros guías en éstos viajes, ya que todo el trabajo pesado, como es el manejar las canoas , preparar las fogatas para cocinar , limpiar los pescados , cargar los equipos y cavas en las canoas , etc. Todo lo hacen con la mejor disposición y buen ánimo .
Después del baño, preparamos la comida y de nuevo nos reunimos alrededor de la fogata para hablar sobre las experiencias del día. El sitio que escogimos ésta vez para el campamento en realidad no fue el mejor pues como estabamos dentro de la madrevieja, hacía mucho calor ya que sus riberas tienen arboles muy frondosos y altos con lo cual no circula la brisa . Entrada la madrugada fue que comenzó a refrescar la temperatura y comenzaron los ronquidos de rigor.
Amaneciendo tanto Uta como yo, nos dedicamos a pescar, pues como todo pescador sabe, las mejores horas para sacar pavones es amaneciendo y atardeciendo, que es cuando ellos se dedican a cazar (Así dicen los llaneros cuando el pavon da sus coletazos en el agua para marear a las sardinas y lo hacen con un sonido característico , que también es indicador de su presencia en el sitio). No tuvimos mucha suerte y al rato regresamos al campamento en el que ya nos esperaba un buen desayuno preparado por nuestros compañeros. Nos dispusimos a remontar el Ventuari, para llegar al caño Chiguire , que desemboca a una hora mas ó menos del sitio en que estabamos y después de cargar la canoa con todo el perolero , emprendimos la navegación nuevamente .y en menos de diez minutos pasamos frente a la playa en que supuestamente debimos hacer el campamento la noche anterior y en el cual , el año pasado nos fue tan bien, ya que se trata de una playa de arena muy blanca y limpia de mas de cien metros de largo, con una parte elevada con matas arriba donde se pueden guindar chinchorros y poner las carpas con mas seguridad , protegidas de los caimanes, culebras de agua (Anacondas) , tigres o cualquier otro animal de los que abundan en esos parajes de montañas vírgenes y vegetación cerrada.
Disfrutando de ese paisaje tan exuberante, casi no nos dimos cuenta del tiempo empleado para llegar a la boca del caño que se encuentra en la margen derecha del río y en el cual el año anterior, estuvimos pescando y vimos un avance tan grande de pavones que nos quedamos asombrados por el tamaño de los mismos, ellos atacan a los cardúmenes de sardinas y es tan agresivo el momento que saltan fuera del agua y muchas quedan varadas saltando sobre la tierra .Eso no es fácil de ver, pues aún en éstos parajes tan solitarios los indios pescan y muchas de las veces utilizan una raíz que se llama barbasco y que sirve para adormecer a todo tipo de peces que se encuentran en la zona, muriendo los más pequeños por efecto del veneno y los grandes salen a flote adormecidos lo que aprovechan los pescadores para sacarlos. Lo malo de éste sistema de pesca es que al morir las sardinas y todos los animales pequeños que son la alimentación de los pavones, y los demás peces grandes, quedan las aguas desiertas y el lapso de recuperación es tan largo que prácticamente es un daño irreparable. En la zona del Oriente de Venezuela, pudimos ver que usan el mismo sistema de pescar en los caños y morichales los indígenas que pueblan la zona, usando en éste caso la fruta del árbol llamado Parapara que hace el mismo efecto de adormecer los peces, con el agravante que nos cuentan que el ganado que bebe ésa agua embarbascada, tienen la tendencia de abortar sus crías por el efecto del veneno, es una práctica ancestral y tan nociva para los ríos que ya es costumbre oír a los llaneros, decir que donde hay indios no hay pesca.
Yo pienso que lo nómada de nuestros aborígenes tiene que ver algo con éstas formas de actuar, ya que en uno o dos años acaban con todos los recursos alimentarios de la zona, ya se trate de la cacería o la pesca, así también con el empobrecimiento de las tierras por la falta de abono y las practicas frecuentes de quemar los terrenos al comenzar el invierno dicen que para “conservar la sabana”, sembrar mas fácilmente sus conucos de yuca y plátano que son las bases de su alimentación y tener que abandonar el sitio en períodos de tiempo muy cortos, por que acaban con todo bicho de uña y pluma que se acerque por allí.
Esto es como parte de nuestra “indiosingracia”, palabra nueva que voy a proponer a la Academia, tal como lo hizo hace poco alguien a quien no quiero recordar con la palabra “millardo” y que se ha adaptado tan bien a la devaluación que ha sufrido nuestra moneda. Dicha palabra tendrá el significado siguiente: Quema tus recursos hoy y cómete lo que puedas sin guardar nada, no importa que el año que viene para no morir de hambre tengas que emigrar para otro lado.
El hecho es que para entrar por la boca del caño Chiguire, tuvimos que bajarnos de la canoa y empujarla sobre varios palos que estaban atravesados allí, lo que formó una pequeña playa y dejó la salida con muy poco caudal lo que nos hizo recordar la canoa pequeña que ésta vez no vino con nosotros y que es por su poco peso la ideal para estos casos. Ya de nuevo navegando con menor velocidad remon tamos el caño, unos troleando, que es el sistema de pesca que se realiza con señuelos artificiales con la canoa en marcha lenta y otros, los que van cerca de la proa, haciendo casting que es el sistma de lanzar los señuelos y recogerlos con el carrete rápidamente .Sacamos varios pavones pero como todos eran de tamaño mediano , decidí pedir que me dejaran en la orilla derecha en el sitio en que hay unas piedras y me quedé solo con mis equipos , lancé dos carnadas de filetes del mismo pavon , con los carretes de mano y comencé a hacer casting con la cañita que me había puesto arriba en el concurso, sacando el pavon inicial de cinco kilos y medio, y al rato comenzó la diversión. Arrancaron los carretes que estaban en el piso con dos pavones de mas de tres kilos los cuales fueron ensartados en la guaya forrada en plástico que se usa para mantenerlos en el agua vivos por un rato largo, repuse las carnadas y las volví a lanzar, cuando lancé de nuevo la caña con el señuelo, lo hice tan fuerte que lo monté arriba en la copa de un árbol en la ribera opuesta y allí quedó. Debió haber sido que la emoción de los pavones sacados me hizo perder la noción de distancia. Puse otro señuelo en forma de sardina , llamado Rapala
de unos trece centímetros , que posee una lengüeta plástica que lo hace navegar a media agua y que ya ha probado que es muy bueno para la pesca de pavones, sacando dos nuevos pavones similares a los anteriores, con un colorido muy fuerte en los contrastes de amarillo y verdes. Estos son pavones de la especie llamada Cicla Ocelaris , pues posee unas manchas en los costados redondas que semejan ojos y un fuerte contraste en sus colores azul, verde, amarillo y rojos , lo que indica que están muy bien alimentados por la abundancia de peces mas pequeños que quedan atrapados en esos caños de poca profundidad que en verano forman unas especies de lagunas largas sin corriente pero con agua generalmente limpias .
También mis compañeros corrieron con muy buena suerte y desde la canoa lograron pescar unos siete pavones cuando me pasaron recogiendo todos estaban super contentos del resultado obtenido. Entre los pavones venían dos de la especie Cicla Temensis, que los llaneros llaman “Morichaleros” y son los que mas crecen, teniendo los machos un pequeño lomo en la frente, por lo que son conocidos también con el remoquete de “Cebu” y otros unas rayas verticales, generalmente tres por lo que algunos les dicen pavones cinchados y como cosa curiosa siempre tienen el círculo negro (ocelo) en la aleta posterior.
Esta pesquería fue tan buena como la del día anterior, pero nos dimos cuenta que en el mismo caño el año pasado la abundancia de peces era muy superior a la actual y por supuesto el tamaño de los mismos va disminuyendo, con lo que es mas difícil llegar a los de ocho, diez y hasta catorce kilos, que nos cuentan se pescaban allí.
De cualquiera de las formas nos fuimos mas que satisfechos a descansar el calor del mediodía y a degustar de esas ruedas de pavon empanisadas con harina y un poco de limón, que saben a gloria a orillas de un río.
Después de la obligada siesta, nos pusimos a pescar ya al atardecer en las playas que nos rodeaban del Ventuari, solo que tuvimos que establecer las restricciones de tamaño en los peces que se sacaran, ya que el espacio en las cavas era muy poco, y se corría el riesgo de quedarnos sin hielo para conservar lo pescado.
De nuevo el atardecer nos deleitó con sus colores intensos y la profusión de aves de diversos tipos tal el caso de las guacamayas, loros reales, y cotorras que en bullicioso vuelo van a sus nidos a ésta hora. Levantamos de nuevo nuestras carpas y alrededor de la fogata brindamos de nuevo aunque con menos ánimo que las noches anteriores, ya que ésta iba a ser nuestra última noche de campamento pues el regreso estaba programado para la mañana siguiente.
Al despuntar el alba, después de limpiar todo el terreno y desayunar emprendimos la navegación río abajo en una sola etapa, cosa que no acostumbramos a hacer en los viajes anteriores, ya que siempre hacíamos campamento en un caño que forma el mismo río y que es el que va a desembocar al Orinoco frente al caserío de los Pemones. Esto para hacer más llevadero las seis horas que implica navegar como lo estamos haciendo hoy. El largo recorrido río abajo, se hizo mas corto debido a las bromas de Efrain y Uta, quienes no dejan ocasión para echar chistes y sacarle punta a las situaciones de emoción que se presentan al sentir el “Templón” del nylon, cuando el pez pica la carnada.
Luego de una curva hacia la izquierda, el Ventuari se ensancha y es por la proximidad del encuentro con el caudal que trae el Orinoco es una unión impresionante de dos colosos con un volumen de agua tal que frente a Santa Bárbara del Orinoco el río llega a mas de doscientos metros de ancho y nos pone a pensar, como será esto en los meses de invierno, pues las grandes rocas tienen marcas de nivel de agua que pareciera imposible se pudieran alcanzar.
Al desembocar al Orinoco, hay unos pequeños rápidos que hay que pasar con mucho cuidado por las piedras, pero esto no le hace mucha mella a José quien es nacido y criado allí, y lo hace con la mayor naturalidad del mundo, llegando cerca del pueblo sentimos un motor de avión roncando en su despegue y lo vimos salir por la copa de los árboles y al llegar a la ribera nos dijo un soldado que era el que cada dos meses se encargaba de transportar al nuevo personal de tropa y los alimentos. Que él era uno de los recién llegados y que todo el pescado que traíamos estaba decomisado. Se imaginarán Uds. El momento tan desagradable que pasamos, pero a Dios gracias uno de nosotros llevaba un carnet militar y no pasó de ahí el problema. Cargamos seguidamente los dos aviones y quedamos en volar directo a San Fernando de Apure para reabastecernos de combustible y después del despegue al comenzar a ascender el tiempo comenzó a echarse a perder y en menos de quince minutos comenzó una llovizna que nos hizo temer que tendríamos que volver a Santa Bárbara, la ventaja de éste vuelo hacia el norte es que siguiendo al río Orinoco en su curso no se consiguen montañas y es sencillo llegar a Puerto Ayacucho nuestro siguiente punto de chequeo, pero nuestro capitán decidió seguir la ruta inicial y pasar cerca del cerro Autana al que llegamos en unos veinte minutos y estaba como casi siempre lleno de nubes y con lluvia a su alrededor. Con ése punto de referencia y ascendiendo a ocho mil quinientos piés, pasamos sobre el colchón de nubes y se siente un fresquito cuando uno ve el horizonte despejado y el cielo sin nubes. Pasamos sobre Puerto Ayacucho y apenas vimos algunas de sus casas, cruzamos el Orinoco y volamos cerca de diez minutos sobre territorio colombiano para al cruzar el río Meta, volver a entrar a territorio venezolano. El vuelo siguió siendo prácticamente instrumental pues fue mas el tiempo que pasamos sobre un colchón espeso de nubes que lo que vimos de terreno, llegamos a San Fernando después de Jorge ya que su avión es mucho mas rápido que el nuestro, echamos combustible y aprovechamos de comprar el sabroso queso de búfala del Hato Terecay que venden en un pequeño negocio dentro del aeropuerto y después de tomarnos el acostumbrado café, llegó el momento de despedirnos de Jorge y Pedro, no sin antes agradecerles su grata compañía y los momentos felices que pasamos durante el viaje. Es de recordar que ellos se dirigen a San Juan de los Morros y al pasar Calabozo su rumbo es mas al Oeste que el nuestro, de todas formas siempre por el radio uno sigue en comunicación casi hasta la cordillera Sur en las cercanías de Camatagua, en los ya se pierde contacto . Al cruzar sobre la represa de Ocumarito de inmediato teníamos a la vista el aeropuerto Metropolitano destino final al cual arribamos cerca de las tres de la tarde y del cual todavía nos faltaba la fastidiosa carretera hasta Caracas.
Desde el aeropuerto Metropolitano, en Ocumare hasta Caracas, hay alrededor de 70 Kms. y el trayecto lleva mas ó menos una hora, pero siempre el recorrido es muy grato ya que recordamos las anécdotas del viaje y los momentos felices que nos deparó junto a nuestros amigos.
Caracas, l5 de Noviembre de 1.998.
Por: Manuel A. Urbina P.
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