Tuesday, February 5, 2008

LOS PAVONES DEL CAÑO LOS ZORROS

El veintiseis de Febrero de mil novecientos ochentitrés amaneció mas temprano que de costumbre en el Hato La Rompía , la ocasión fue muy especial , ya que con nosotros estaban Ivan Osío , hermano de mi querido socio Miguel y también nuestro gran amigo e insigne mecanico automotriz y especialista en vehiculos Jeep Pipo, también fiebroso en las artes de pesca fluvial como lo somos nosotros.
Hacia ya quince dias que estabamos preparando éste viaje, y al fin pudimos cuadrar con nuestros dos amigos para arrancar desde el aeropuerto de Valencia en el Edo. Carabobo donde se hospeda nuestro avión monomotor Cesna 206 , desde hace ya dos años cuando los compramos a terceras partes a nuestro amigo y socio , el Dr. Jesus Zamora y al Dr. Porta Lily de Valencia.
En efecto nuestro 494-P , después de hecho el overhall (reparación general del motor) además de otros detalles , ya que estuvo abandonado en el aeropuerto de Valencia, por haberse cumplido las horas de vuelo establecidas, se sentía como un tigre rugiendo con sus trescientos caballos de fuerza en los despegues y hasta se habría la guantera de la vibración tan fuerte que se sentía a bordo.
La compra de dicho avión nos vimos obligados a hacerla ya que sin él era muy difícil llegar al Hato La Rompía en el Distrito Paez, mas al sur de Cunaviche y a orillas del caño La Pica, en el Estado Apure, viaje que conllevaba el paso de cuatro chalanas, sobre los rios Arauca, en el paso de Arauca, Rio Cunaviche en Las Mercedes, Rio Cunavichito
el paso de Soledad, Rio Capanaparo en San Pablo y por último el paso del Caño la Pica en el Hato Coco de Mono que se hacía sobre el agua en un estrecho del caño que en verano siempre estaba vadeable
por la poca profundidad del agua y muy cercano al campamento de Quitino Galavis y Manuel Nuñez, conocidos nuestros.
En nuestro avión el viaje se reducía a una hora y cuarenticinco minutos desde el momento de despegue a la llegada a una de las cuatro pistas con que contaba nuestro Hato, por supuesto a la que estaba frente al rancho que fungía como casa de Hato, no así lo que por carretera significaban unas doce horas de viaje continuo.
Es bueno aclarar que la tierra en éstas zonas de médanos y arenales valía muy poco y solo se usa para la ganadería extensiva ya que los suelos son muy pobres en nutriéntes y las reses necesitan de mucho espacio para poder sobrevivir con tan poco pasto y de paso de mala calidad, llamado chiguarera por los lugareños. La Rompía contaba con unas ocho mil hectáreas y para sobrevolarla se necesitaba de treinta minutos siguiendo su periferia. Tenemos la ventaja que el lindero de mayor extención es con el Hato Mata Linda de nuestro socio en el avión Jesus Zamora. al éste y sur , y por el norte nos bordea el caño la Pica con su agua transparente y playas de arena blanquita, que son un espectáculo de belleza impresionante tal que en Carnavales y Semana Santa se llena de gente que va a disfrutar de las bondades de la zona, amén.de la pesca que es muy abundante y variada.
Al abandonar nuestros chinchorros ya Maura la señora de Bonifacio Rodriguez quien es el encargado del Hato nos tenía preparado el cafecito negro , también llamado “guayoyo” y mientras nos hacía las arepas y los huevos fritos, típico desayuno criollo , nuestro compañero Pipo se ofreció a arreglar la moto Bultaco Matador, que compramos en Caracas y llevamos en el avión hace mas de dos meses y no habíamos podido encender. En menos de media hora el mandado estaba hecho , Pipo demostró que es un fenomeno arreglando motores y nos dijo que el problema se debía a graduación del carburador y además del magneto que estaba un poco oxidado y no generaba bién la corriente necesaria para el encendido.
Una vez que terminamos el desayuno cumplimos con el dicho aquel que dice “indio comido es indio ido” y arrancámos con las dos motos hacia el caño los Zorros donde pensámos pescar algunos pavones y al cual llegámos en menos de quince minutos a campo traviesa y en la vía del Hato Mata Linda. Es de recordar que en ésta zona casi nadie pesca y la gran ventaja que a los llaneros no les gustan los pavones ya que dicen que prefieren los bagres y otros peces que no se enferman con los gusanos (nemátodos), lo que nos favorece a nosotros ya que al no pescarlos, llegan a desarrollar muy buen tamaño y peso.
Comenzó la competencia de pesca , no sin antes ofrecer una botella de escocés al que sacara el mayor pavón en peso, cosa ya que se había convertido en casi una religión. Cada quién escogió el rincón a las orillas del caño que mas le gustó y de pronto la gritadera acabó con la tranquilidad del caño. Todo el mundo sacaba sus pavones y lo festejaba a grito tendido, no se si a los demás pescadores les pasa lo mismo que a mi, pierdo la noción del tiempo con la emoción de la pesca y me olvido de los otros. Aquello fué algo especial , cuando me di cuenta ya tenía mas de quince pavones, casi todos grandes, entre éllos , uno de seis kilos setecientos gramos, con unas cinchas negras y un colorido amarillo intenso , verde y rojo que fué el mayor de todos los sacados ésa mañana. Me fuí a buscar a los otros compañeros y pude constatar que a todos les había ido tan bién como a mí siendo el mas feliz de todos el gordo Pipo quién no cabía en si de gozo por la cantidad de pavones que sacó.
Entre las observaciones que me hizo es el colorido tan intenso de éstos animales y llegamos a la conclusión que tiene que deberse a la buena alimentación , ya que el caño hierve con la cantidad de pechitas (sardinas de río), y otros peces pequeños que son la alimentación básica de los pavones. También otra cosa rara de ésta pesca, es que nadie sacó ningún otro tipo de péscados, solo pavones, no salió ni un solo bagre, ni saltadores, ni picúas, ni guabinas, ni mataguaros, como es normal en la pesca de los caños llaneros, yo pienso es que ésto se debe a que hay mucha cantidad de pavones y como son los mas
rápidos , no dejan comer a las demás especies las carnadas.
Tuvimos que dar unos seis viajes con las dos motos para llevar la carga de unos cuarenta pavones que sacamos y cuando empezamos a tomar las cervecitas frías que nos esperaban en las cavas, se nos acercó Bonifacio con el pavon mas grande para que le tomarámos una foto , pues él tenía tiempo que no veía uno tan grande como ése.
Mientras Bonifacio se dedicó a limpiar los pescados, Maura gentilmente comenzó a fritar(así dicen los llaneros) los animales más pequeños que de paso son los que a mí me gustan más. Aprovechamos de tomarles fotos a los pescados y al grupo de compañeros que nos encontrábamos disfrutando de tan grato momento. Ivan Osío es todo un personaje, el hermano de mi socio Miguel, es algo así como un muchachote al que le gusta conversar , echar chistes y recordar situaciones cómicas del pasado, no dejó en todo momento de hacerlo e hizo de esa tarde un momento muy grato mientras nos mecíamos en nuestros chinchorros debajo de la churuata con techo de palma de moriche que mandáramos a fabricar con Caramay(esto quiere decir “Cuñado”) en lengua Yaruro , una de las tribus indígenas de la zona . Por cierto dicho Capitán , como también les dicen a los caciques Yaruros, tiene unas cuantas historias dignas de mencionar . Una de ellas es cuando fuimos con Jesus Zamora en su otro avión el Cesna 182 , el 487-P, a pescar al río Cinaruco a la zona llamada El Pesquero, que queda en el Hato La Tigra, al este de las galeras del Cinaruco, agarró su carrete de nylon de mano y se alejó por la orilla a unos doscientos metros de donde estabamos nosotros , al rato sentí unos golpes contra algo duro y al principio no me preocupó, pero al rato de sentirlos, me fui acercando a donde él estaba y me di cuenta que tenía unos seis bagres rayados al lado y cuando sacó el siguiente, tomó un palo en forma de garrote y le entró a palos por la cabeza al bicho para matarlo, siendo ése el origen del ruido que yo oía. De inmediato me ordenó en forma muy seria que hiciera silencio y que no hablara pues se espantaban los peces no pude menos que sonreir, pero me puse a pescar junto a él y sacamos unos doce bagres de alrededor de kilo y medio cada uno, todos parejítos, con carnada de filetes de pavon, que al parecer les gusta mucho. Al llegar al Hato Mata Linda del cual Jesus era propietario junto con su hermano Uta, Caramay le ordenó a un muchacho de no mas de trece años que lo acompañaba que se llevara a pié en los hombros aquel grupo de bagres hasta donde estaba su familia a las orillas del Río Cinaruco a unas tres horas a pie del caño la Pica sitio donde estabamos actualmente. Esto me demostró el espíritu comunitario que tienen éstas familias de nuestros ancestros, se reparten entre todas las familias lo que pescan, cazan u obtienen para vivir, no importando el trabajo que le dé a cualquiera de ellos o el sacrificio que esto conlleve en beneficio de la comunidad Yarura.
Otra de las anécdotas que recuerdo de éste personaje, es que un buen día su mujer, amaneció muerta con la cara muy enrojecida. De inmediato las familias procedieron a enterrarla y como es su costumbre, se mudaron un poco mas río arriba(siempre cerca del río), y procedieron a hacer sus conúcos de yuca y plátanos que son la base de su alimentación. Tiempo después me contaron que la muerte misteriosa se debió a que el se enteró que la tipa lo estaba volteando con el dueño de un Hato cercano y le cayó a palos, cosa muy normal entre ellos, para lavar la afrenta y juró que iba a “flechar”, o sea matar a flechazos al tipo. El hecho es que el susodicho”por si acaso” vendió todo lo que tenía y se fue a vivir , bien lejos a las orillas del Capanaparo .
Cuento a cuento se nos pasó la tarde y nos cayó la noche casi sin darnos cuenta, cenamos rápidamente del pescado frito del mediodía y en menos de lo que canta un gallo la roncadera general era un desastre. En nuestros llanos, los pobladores se acuestan casi con la caída del Sol, no se si será porque casi siempre andan descalzos,lo que les forma una callosidad muy fuerte en la planta los piés, cosa que no los protege contra las serpientes venenosas que salen a buscar su alimento en las noches y a las cuales todos les tienen miedo, o será que como no hay nada mas que hacer y los “puyones”, así les llaman a los mosquitos, se alborotan en lo que cae la tarde, es mejor enchinchorrarse junto con su pareja , en los chinchorros que llaman de “dos a bordo” y esperar la madrugada para levantarse todavía oscuro a ordeñar y realizar las labores típicas del campo.
El domingo por la mañana , después del desayuno, decidimos volver al caño a pescar pero en una forma mas selectiva, no se permitía sacar pavones de menos de dos kilos, echando al agua los mas pequeños. Por supuesto que fueron mucho menos los que capturamos pero aún así volvimos a disfrutar de otros momentos de sano esparcimiento y con la llegada del mediodía regresamos a la casa en las motos para comenzar a recoger las cosas y cargar el avión para volar de nuevo a Valencia donde dejamos los carros y después tomar la autopista del centro para llevar al negro Ivan a Cagua donde vive y sacar los pavones para repartirlos en las cavas, les volvimos a tomar las fotos de rigor, para seguir rumbo a Caracas, no sin antes disfrutar del obligado tráfico que se forma todos los domingos por la tarde, llegando a la capital a eso de las siete, con la nostalgia de haber dejado atrás otra vivencia agradable y con la certeza de recordar por mucho tiempo esos gratos viajes.

Caracas, 11 de Enero de 1999.

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